lunes, 29 de julio de 2013

Francisco y Adela (Una historia de amor que no fue en esta vida)




Hay historias de familia que a veces me pongo a recordar en largas pláticas con mi mamá.
Hay veces que recordamos la familia de mi papá, otras de la familia de mi mamá, conocidos del barrio que se hicieron populares por su vida y por su muerte.

Una de las historias que me gusta, es la de Cachón y Margarita.

Cuenta la historia que:

Un primo  de mi abuelita (Valentín Sánchez) que vivía por el rumbo de Nonoalco, en una noche de lluvia y tempestad, regresaba a su casa y entre el agua que corría por su camino, a lo lejos vio una maleta que llevaba el agua. Llevado por la curiosidad decidió rescatar la maleta.
Con muchos esfuerzos pudo alcanzarla y la llevó a su casa.
Una vez instalado en su casa abrió la maleta y, Oh sorpresa!!! La maleta estaba llena de monedas de oro y billetes.
Una vez contabilizado el dinero, decidió irse a vivir a Santa Rosa Jáuregui  (Querétaro) en donde compró ganado, terrenos y se estableció como todo un ganadero.
Allá se casó y tuvo a sus hijos, entre ellos una mujer de nombre Adela, supongo que sería Sánchez.
Sus primos de la Ciudad de México (incluida mi abuelita) fueron de visita a Santa Rosa Jáuregui y allí Adela conoció a un sobrino de mi abuelita de nombre Francisco Vázquez (Cachón para los cuates).  Para fines genealógicos, Adela y Francisco vendrían a ser primos lejanos, pero bien dice el dicho:
“A la Prima ……….. Se le estima”

Cachón era primo de mi mamá. Cuando mi mamá tenía escasos 8 o 10 años, Cachón era un joven de 17 o 18 años aproximadamente y tenía una motocicleta en la que continuamente se iba a visitar a Adela a Santa Rosa Jáuregui. Allá se pasaba uno o dos días y se regresaba. La relación iba bien y se hablaba de matrimonio.
Mucho tiempo duró así la situación hasta que una ocasión regreso con el corazón destrozado.
Según cuenta mi mamá que regresó llorando y le dijo a mi mamá:
- Ya no me voy a casar con Adela
* ¿Por qué?
- Ya terminamos

Cachón trato de hacer su vida en la ciudad y al poco tiempo de haber terminado con Adela, encontró la manera de llenar el vacío que Adela había dejado.
Conoció a Margarita y ella quedó impresionada de la personalidad de Cachón.

¿Quién era Margarita?

Por el rumbo de Nonoalco había lugares con miras a ser grandes casas, mientras, a mediados de los años 50’s, eran terrenos apenas habitables. Ella vivía en una casa tipo vecindad.

De tez muy blanca, labios rosas, cabello dorado y unos ojos grises que se veían de los más hermosos cuando sonreía.

La mamá de Margarita trabajaba en una casa como “sirvienta”.

 Tuvo una relación con un español, dueño de la casa en la que trabajaba y de esa relación, quedó embarazada de Margarita.
Una vez aliviada, fue corrida de la casa y con la responsabilidad de una niña. Al poco tiempo encontró otro trabajo y tiempo después conoció a una persona que se hizo cargo de la niña y posteriormente Margarita tuvo una hermana.

Cachón y Margarita se han deber conocido allá por 1956 o 1958 y al poco tiempo de conocerse, decidieron casarse.
Esté matrimonio dio vida a 6 hijos y duró aproximadamente unos 10 años.

Yo, cuando niño, conocí a Margarita y en repetidas ocasiones llegue a escuchar malas palabras de él hacía ella como:

- Tu sabias que el amor de mi vida era Adela
- Me casé contigo por despecho

Y cosas así que seguramente harían que los ojos de Margarita pasaran de la hermosura a un mirar hermoso triste.

Mientras Margarita daba a luz a su sexto hijo, algo se les pasó a los doctores y dejaron parte de la placenta dentro del cuerpo de Margarita. Como era de esperarse, la placenta se comenzó a descomponer e inmediatamente lleno de cáncer el cuerpo de aquella bella mujer.
No duró mucho en esta situación y falleció aproximadamente a principios de los 70’s.
Cachón se hizo cargo de sus hijos y se multiplicó para las comidas, escuelas y trabajo y sacó adelante a sus hijos.
Algunos de los hijos se casaron y partieron del lado del padre.

A medados de los años 90’s, en la zona de Iztapalapa mataron a dos de sus hijos.
No saben los que pasó. Solo aparecieron los cuerpos de los muchachos encajuelados. Esto fue un golpe duro para Cachón pero que logró sobrellevar.

Parecía que la vida de Cachón seguiría así por un tiempo hasta que una tarde, a lo lejos, en una calle del centro de la ciudad, Cachón pudo ver a una mujer que caminaba sola.

Se acercó y se paró junto a ella.

Se quedaron viendo y se abrazaron. Me imagino que el gusto de verse después de más de 30 años de no verse fue enorme y no hacían falta palabras.

Ambos se contaron su vida y de cómo habían sobrellevado la ausencia.

Adela, aun viviendo en Santa Rosa Jáuregui, se casó con un cobrador de una línea de autobuses locales. Tuvo sus hijos y al fallecimiento de sus padres decidió radicar en la Ciudad de México, curiosamente a 10 minutos de donde Cachón vivía.

Nunca se encontraron, nunca se buscaron, solo tuvieron que esperar a ser viejos para que la vida los volviera a juntar.
Después de salir varias veces juntos, ellos decidieron hablar con sus hijos y comunicarles de su decisión de unir sus vidas en matrimonio.


Los hijos de ambos estuvieron de acuerdo con la decisión de ambos y en breve comenzarían los preparativos de una boda que tuvo que esperar muchos años.

Quizá ellos ya habían planeado cómo querían continuar y terminar sus vidas, solo faltaba lo que el destino les tenía preparado como regalo.

Adela Sánchez fallecería de una falla en el corazón meses después de su reencuentro con Cachón.
A los pocos meses de que Adela había fallecido, Cachón entrego su vida igualmente de una falla del corazón.

No estaban destinados a estar juntos en esta vida.


viernes, 5 de julio de 2013

Mi salida de 6º de Primaria



Ahora que están saliendo los niños de kínder, primaria y secundaria, me llegó el recuerdo de cuando salí de 6º año de primaria y me dije:
Esto amerita un espacio en mi memoria. Así que, aquí voy.

Corría allá por  1978 cuando desde meses antes habíamos estado ensayando un bailable para cerrar el ciclo escolar.
Mis padres ya me habían comprado mis zapatos negros y que guardé hasta el momento del bailable. También me compraron un pantalón azul rey de vestir, camisa blanca, chaleco azul rey y un moño que llevaría en el cuello, también azul rey.

Todos los que estábamos a punto de concluir la etapa de la primaria nos juntamos en el salón de clase en donde la Maestra Elena Ramírez nos dedicó unas palabras y nos invitó a continuar estudiando y esforzándonos en ser buenas personas.
Entre los compañeros y Profesora nos brindamos un abrazo. Cada compañero tuvo la oportunidad de decir algunas palabras y agradecer a la Profesora.
A eso de las 10 de la mañana, sonó el timbre que anunciaba que todos los alumnos de todos los grados, debían de salir al patio para comenzar la ceremonia de clausura.
Una vez instalados en el patio, enorme por cierto, se hizo un cuadro gigante dejando espacio al centro para que cada uno de los grados presentara lo que habían preparado para sus compañeros de 6º que concluían sus estudios.
Con pequeños bailes los alumnos de 1º, 2º y 3º nos dieron la despedida. Los alumnos de 4º realizaron un baile en donde los alumnos vistieron con pantalones cortos, sombreros y sin camisa. Habían hecho unos peces y simulaban un día de pesca en un lago con lanchas de cartón y redes.

Llegó el momento en que los alumnos de 6º año tendrían que dejar su lugar a los de 5º.
Los 6 grupos de sexto año se colocaron en sus posiciones previamente ensayadas y la música comenzó a sonar.
El tema de “Vino, mujeres y canto” de Johann Strauss, era el tema que por un par de meses habíamos ensayado.

Cada alumno con su pareja moviendo el cuerpo suavemente al compás de unos preciosos violines y de pronto algo sucedió. La directora desde un lugar dijo:
Perdón muchachos, fue mi culpa. Comiencen de nuevo.
Nuevamente nos colocamos en nuestros lugares para que esta vez, el baile saliera como lo habíamos ensayado.

Una ola de aplausos se escuchaba y también gritos de “Otra vez, otra vez”
Los maestros dijeron:
Muchachos, la gente lo está pidiendo, así que colóquense en sus lugares.
Y hay vamos de nuevo.
Ya se imaginaran al Neto bailando por segunda vez. Nadie grabó el evento. Me hubiera gustado ver mi desempeño.
Me imagino que me veía como esos ositos de circo.

Cuando estábamos en el segundo baile, volteé a ver a mi compañera (Alejandra) y noté que lloraba. Le pregunté el motivo y solo movía la cabeza como negando en señal de “No me pasa nada”.
Cuando terminamos de bailar, Ale se acercó a mi y me extendió una carta. Me pidió que al momento no la abriera; que una vez que hayamos salido de la escuela la leyera y que la guardara.
Regresamos a tomar nuestros lugares para presenciar el acto de “Cambio de Escolta”

Siempre me ha emocionado el Himno Nacional al grado de que se me enchine la piel y saber que ese momento era la última vez que lo escuchaba en mi escuela, me enchinaba la piel y me hacía sudar los ojos.
Pasado todo el protocolo de ceremonia, nos dispusimos a regresar al salón en donde nos esperaban nuestras boletas, certificado y carta de buena conducta.
La entrega de documentos no dejó de ser nada más eso, una entrega y ya.
No sé y nuca he sabido de donde salen o aparecen las bolsas de harina pero aparecen, así nomás porque sí. En unos momentos estábamos todos con un bonito color pálido, bañados en harina. 

A los que éramos prietitos, nos hacían un favor al empanizarnos de aquella manera. Por momentos nos sentíamos orgullosos de ser blancos.

Posterior a la empanizada siguió la clásica firma de camisas. No faltaba la firma de la Profesora y hasta el más enemigo te firmaba la camisa.
Unos llevaban su cuaderno para que cada compañero le firmara y dedicara unas palabras.
hasta las 14:00 hrs.,  que era la hora que se juntaba la entrada de los alumnos del turno vespertino, estuvimos en la escuela bebiendo nuestros respectivos “Boing con un chorrito de Bacardí Blanco” o un chorrito de “Don Pedro”. Fumando en el patio de la escuela y disfrutando de nuestros últimos momentos en la escuela.
Llegó el momento de despedirse y decir adiós a todos
Una vez instalado en mi casa, ya más relajado, tranquilo y orgulloso de mi 6.8 ( O.O) , recordé que en mi bolsa traía una cartita que había recibido.
La abrí y leí lo que con mucho cariño me había escrito Alejandra.
No voy a contar todo lo que me escribió. Solo diré que tuve una compañera de quien ahora la recuerdo y estoy seguro habrá encontrado el cariño y el amor que por mucho tiempo escondió y guardo para ella.
Jamás volví a ver a compañeros y amigos, pero también para ellos mi recuerdo con cariño antes de que mi amnesia me obligue a olvidar mis recuerdos.