viernes, 5 de julio de 2013

Mi salida de 6º de Primaria



Ahora que están saliendo los niños de kínder, primaria y secundaria, me llegó el recuerdo de cuando salí de 6º año de primaria y me dije:
Esto amerita un espacio en mi memoria. Así que, aquí voy.

Corría allá por  1978 cuando desde meses antes habíamos estado ensayando un bailable para cerrar el ciclo escolar.
Mis padres ya me habían comprado mis zapatos negros y que guardé hasta el momento del bailable. También me compraron un pantalón azul rey de vestir, camisa blanca, chaleco azul rey y un moño que llevaría en el cuello, también azul rey.

Todos los que estábamos a punto de concluir la etapa de la primaria nos juntamos en el salón de clase en donde la Maestra Elena Ramírez nos dedicó unas palabras y nos invitó a continuar estudiando y esforzándonos en ser buenas personas.
Entre los compañeros y Profesora nos brindamos un abrazo. Cada compañero tuvo la oportunidad de decir algunas palabras y agradecer a la Profesora.
A eso de las 10 de la mañana, sonó el timbre que anunciaba que todos los alumnos de todos los grados, debían de salir al patio para comenzar la ceremonia de clausura.
Una vez instalados en el patio, enorme por cierto, se hizo un cuadro gigante dejando espacio al centro para que cada uno de los grados presentara lo que habían preparado para sus compañeros de 6º que concluían sus estudios.
Con pequeños bailes los alumnos de 1º, 2º y 3º nos dieron la despedida. Los alumnos de 4º realizaron un baile en donde los alumnos vistieron con pantalones cortos, sombreros y sin camisa. Habían hecho unos peces y simulaban un día de pesca en un lago con lanchas de cartón y redes.

Llegó el momento en que los alumnos de 6º año tendrían que dejar su lugar a los de 5º.
Los 6 grupos de sexto año se colocaron en sus posiciones previamente ensayadas y la música comenzó a sonar.
El tema de “Vino, mujeres y canto” de Johann Strauss, era el tema que por un par de meses habíamos ensayado.

Cada alumno con su pareja moviendo el cuerpo suavemente al compás de unos preciosos violines y de pronto algo sucedió. La directora desde un lugar dijo:
Perdón muchachos, fue mi culpa. Comiencen de nuevo.
Nuevamente nos colocamos en nuestros lugares para que esta vez, el baile saliera como lo habíamos ensayado.

Una ola de aplausos se escuchaba y también gritos de “Otra vez, otra vez”
Los maestros dijeron:
Muchachos, la gente lo está pidiendo, así que colóquense en sus lugares.
Y hay vamos de nuevo.
Ya se imaginaran al Neto bailando por segunda vez. Nadie grabó el evento. Me hubiera gustado ver mi desempeño.
Me imagino que me veía como esos ositos de circo.

Cuando estábamos en el segundo baile, volteé a ver a mi compañera (Alejandra) y noté que lloraba. Le pregunté el motivo y solo movía la cabeza como negando en señal de “No me pasa nada”.
Cuando terminamos de bailar, Ale se acercó a mi y me extendió una carta. Me pidió que al momento no la abriera; que una vez que hayamos salido de la escuela la leyera y que la guardara.
Regresamos a tomar nuestros lugares para presenciar el acto de “Cambio de Escolta”

Siempre me ha emocionado el Himno Nacional al grado de que se me enchine la piel y saber que ese momento era la última vez que lo escuchaba en mi escuela, me enchinaba la piel y me hacía sudar los ojos.
Pasado todo el protocolo de ceremonia, nos dispusimos a regresar al salón en donde nos esperaban nuestras boletas, certificado y carta de buena conducta.
La entrega de documentos no dejó de ser nada más eso, una entrega y ya.
No sé y nuca he sabido de donde salen o aparecen las bolsas de harina pero aparecen, así nomás porque sí. En unos momentos estábamos todos con un bonito color pálido, bañados en harina. 

A los que éramos prietitos, nos hacían un favor al empanizarnos de aquella manera. Por momentos nos sentíamos orgullosos de ser blancos.

Posterior a la empanizada siguió la clásica firma de camisas. No faltaba la firma de la Profesora y hasta el más enemigo te firmaba la camisa.
Unos llevaban su cuaderno para que cada compañero le firmara y dedicara unas palabras.
hasta las 14:00 hrs.,  que era la hora que se juntaba la entrada de los alumnos del turno vespertino, estuvimos en la escuela bebiendo nuestros respectivos “Boing con un chorrito de Bacardí Blanco” o un chorrito de “Don Pedro”. Fumando en el patio de la escuela y disfrutando de nuestros últimos momentos en la escuela.
Llegó el momento de despedirse y decir adiós a todos
Una vez instalado en mi casa, ya más relajado, tranquilo y orgulloso de mi 6.8 ( O.O) , recordé que en mi bolsa traía una cartita que había recibido.
La abrí y leí lo que con mucho cariño me había escrito Alejandra.
No voy a contar todo lo que me escribió. Solo diré que tuve una compañera de quien ahora la recuerdo y estoy seguro habrá encontrado el cariño y el amor que por mucho tiempo escondió y guardo para ella.
Jamás volví a ver a compañeros y amigos, pero también para ellos mi recuerdo con cariño antes de que mi amnesia me obligue a olvidar mis recuerdos.

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