En aquellos años no teníamos muchos juguetes para la
distracción así que teníamos que inventarnos nuestros juegos, nuestras bromas y
travesuras.
En mi infancia, mis hermanos, primos y amigos, teníamos
nuestros juguetes que celosamente guardábamos en cubetas o bolsas y al momento
de jugar, ambos formábamos nuestros juguetes en el patio de la casa. Uno ponía
en fila sus juguetes en un extremo del patio y el otro hacia lo mismo.
Una vez formados, tomábamos canicas y las lanzábamos con la intención de derribar sus juguetes y esto se repetía varias veces durante el día.
Los juegos de carreteritas, que ya he platicado en su momento, rellenando fichas con lodo o migajón.
Una vez formados, tomábamos canicas y las lanzábamos con la intención de derribar sus juguetes y esto se repetía varias veces durante el día.
Los juegos de carreteritas, que ya he platicado en su momento, rellenando fichas con lodo o migajón.
Pintando aviones en el piso, jugando beisbol o
futbol, todo dentro de un patio que tenía como 5 o 6 metros de ancho por unos
15 o 20 de largo.
Las travesuras también jugaban parte importante en nuestra vida.
Las travesuras también jugaban parte importante en nuestra vida.
Hubo un tiempo en que se puso mucho de moda en la primaria
el llevar ligas. Si, ligas que usábamos a manera de resortera de pobres para
disparar trozos de cascara de naranja, limón o mandarina.
Se hacían competencias entre nosotros para ver quien tenía mejor tino para
darle en las pompis a alguna niña, maestra o a cualquier incauto.
Era divertido ver como pegaban un brinco al momento de recibir el proyectil e inmediatamente buscar con la mirada de donde había venido el ataque.
Algunas veces nos tocó que con las mismas ligas nos dispararan a nosotros o simplemente con el hecho de que las traíamos en la muñeca de la mano, nos jalaban las ligas y las soltaban para recibir el castigo.
Era divertido ver como pegaban un brinco al momento de recibir el proyectil e inmediatamente buscar con la mirada de donde había venido el ataque.
Algunas veces nos tocó que con las mismas ligas nos dispararan a nosotros o simplemente con el hecho de que las traíamos en la muñeca de la mano, nos jalaban las ligas y las soltaban para recibir el castigo.
Cuando estábamos aburridos, colocábamos un par de lápices y comenzábamos
a girar a manera que se fueran enrollando. Cuando el nudo estaba demasiado justo,
soltábamos los lápices y la liga y comenzaban a dar brincos por todos lados. Le
llamábamos “Pelea de Lápices” o “Gallitos”.
Pero estas ligas eran multiusos. También tenían la increíble capacidad de atar el cabello y porque no, hacer un nudo que a menudo ameritaba el corte de cabello en la zona afectada.
Pero estas ligas eran multiusos. También tenían la increíble capacidad de atar el cabello y porque no, hacer un nudo que a menudo ameritaba el corte de cabello en la zona afectada.
El truco era simple; con una liga de regular tamaño, hacíamos lo mismo que con los “Gallitos”. Una vez que el nudo era lo suficientemente enredado y flexible, nos acercábamos a la víctima y de manera certera y rápida, lo depositábamos en su cabello. Las ligas en su actuar natural, comenzaban a volver a su estado pero ahora había cabello de por medio, así que llegaba el momento en que a la liga le era imposible volver a su estado natural y terminaba haciendo un nudo en el cabello que era el equivalente a traer un chicle pegado al cabello. En muchas ocasiones era mejor cortar el cabello que tratar de quitarlo.
Muchas fueron las víctimas y también muchos los castigos que
recibimos pero……Ah que divertida me daba!!!
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