lunes, 3 de enero de 2011

Uno de la secundaria


La secundaria 96, Dr. Enrique Herrera Moreno, está ubicada en la esquina de la Calzada México – Tacuba, Maestro Rural y José Parres. La secundaria es un edificio viejo, le calculo yo que ha de ser de hace por lo menos un siglo de antigüedad. No por su antigüedad deja de ser bello el edificio con su fachada en piedra labrada, ventanas grandes y patios amplios conectados por jardines, techos altos, escaleras en granito y estudiantes latosos, bueno, en ese tiempo éramos latosos, hoy me imagino que han de ser mas latosos que en mis tiempos.

Me toco estar allí de 1978 a 1981 y vivir la experiencia del despertar, del saber que al entrar a secundaria dejaría de ser un niño y sentir el viento bajo mis alas recién abiertas.
Llegue a secundaria ya medio vivido y medio vago, conocía parte de la ciudad, ya había tenido experiencia con las niñas de mi edad, ¿sexo? No, aun no, pero si llegaría poco después.
Ya no jugábamos a las escondidillas, ni correteadas, no, ya los juegos eran de “Burra tamalera”, “Burra 16”, “Trébol”, Futbol Americano entre salones y con vagos que asistían a la hora de entrada o salida.
La edad de secundaria es donde los chamacos tienden a definir su futuro, es donde los chamacos despiertan a nuevas experiencias. Aun no están preparados para la vida pero la vida se vive con mayor intensidad. En ese tiempo, terminar la secundaria era como terminar la prepa, era todo un reto. Los consejos de los padres eran “Termina la secundaria, ya después si quieres, búscate un trabajo”.
Recuerdo que a mí me toco el grupo 116 el primer año. Cuando ingrese, había muchachos de 2º y 3º que ya conocía y me previnieron, “Te toco el salón 216, aguas porque ese grupo tiene fama de que son latosos”. Ya con el tiempo me di cuenta de que si, era el grupo al que le ponían mayor atención, al que mas alumnos castigaban, el que más reportes tenía, al que más alumnos expulsaban. Era el grupo más problemático.
El director en aquel primer año era un chaparrito que ni su nombre me acuerdo, chaparrito como de 1.40 mts. de estatura, lentes de fondo de botella, de voz muy, muy pausada, como que cada palabra la pensaba para pronunciar.  Él nos daba clases de biología los lunes, miércoles y viernes de 19:00 a 20:00. Cuando comenzaba su clase, en los primeros días, había vidrios del salón rotos por donde se asomaban algunos muchachos de 2º y 3º y aventaban huesos de tamarindo, papeles o hacían ruidos, el maestro se levantaba con su velocidad de tortuga, abría la puerta y se asomaba para comprobar que los muchachos ya no estaban; volvía a su clase y ya estábamos los alumnos platicando o riendo de la suerte de maestro.
Aprendí que los huesos de tamarindo son perfectos para distraer al maestro y que con buena puntería, un globo y un diurex podía romper los focos y así salir temprano o para cuando no traía la tarea, ah, esos huesitos de tamarindo me salvaron muchas veces, no cabe duda que la naturaleza es sabia.
Había también una maestra que le decían “La Pantera”, siempre envuelta en vestimentas oscuras, señora de talla gruesa y lentes negros. Siempre sospechamos que el director y ella se “entendían”, cosa que nunca corroboramos y que si fue cierto, seguro se llevaron su amor a la tumba.
Había maestros que se preocupaban mucho por los escuincles como el maestro de biología que tuve en 2º y que desde que me conoció siempre me llamo tocayo. Como el maestro de música que nos daba oportunidad de usar los instrumentos del salón de música.
Había otros medio presumidos como el de química que según sus palabras, era militar retirado, siempre con su cabello cortado tipo militar, siempre presumía sus conocimientos militares y experiencia con las armas.
Otros que solo llegaron a la escuela para alborotar las hormonas y el gallinero como la maestra Nalliby de educación física, (ay maestrita, nomas me acorde de usted y mire lo que hizo). Enfundada en sus pants blancos, pegados como si fuera parte de su piel, de muy buenos bigotes y que cuando nos enteramos que el maestro de música era el bueno, nos rompió el corazón a varios.
No podía faltar el conserje Don Mario, buen valedor, amigo y cómplice en nuestras pintas.
Tampoco podía faltar en esta lista los alumnos que hicieron historia como Mario Cano, niño que según sus palabras, trabajaba en la noche vendiendo elotes y cosillas más. Decía que terminaba a las 11 o 12 de la noche y al siguiente día, a las 6 de la mañana, acompañaba a su mamá a comprar mercancía para la noche. El niño casi no dormía y cuando estábamos en la última clase se quedaba dormido. No faltaba el maestro que a la orden de “despiértenlo” nos hacía correr a más de cuatro. Con la mano extendida y a toda velocidad llegábamos hasta donde estaba el infractor y de un buen zape lo hacíamos volver a la realidad.
Tampoco podía faltar el jotito de la escuela, Rubén Citalan, muchacho que venía de Veracruz y que adornaba sus cuadernos fotos de Camilo Sexto y cosas así, raritas. Nos gustaba jugarle bromas en el baño, le enseñábamos nuestras armas y se quedaba fascinado, se volvía loco con tanto artículo para dama.
O también la muchacha que pronto sería conocida como “La carretilla” Irene Méndez, que con cualquier wey jalaba. No recuerdo cuantos pasamos por sus brazos o más bien, más abajo.  A sus escasos 14 años sabía hacer cosas que a nuestros 14 años nadie nos había hecho.
Las bardas de la escuela tampoco fueron obstáculo para los chamacos de 13 a 15 años. Todo era cuestión de distraer a los maestros o al conserje y de un buen salto éramos libres. Esto lo hacíamos a diario entre unos 5 o 6 chamacos. Podíamos ir a la tienda de la esquina, llegar todos en bola y pedir todos juntos; mientras el señor atendía a unos, otros buscábamos lo que estaba mal acomodado y robábamos productos de Sabritas, Bimbo o lo que hubiera al alcance.

Como olvidar los juegos como el “Tochito de Salón”, hacíamos las bancas a un lado y el salón era el campo. Esto termino cuando un jugador sufrió fractura de costillas. Lo más rico era jugar “Semana Inglesa”, ya después sabíamos si podíamos contar con los favores de la compañera en juego o tendríamos que seguir jugando hasta encontrar otra compañera para jugar en privado.
Mi compañera de juego me duro de 2º hasta la salida de 3º, XXXXXXXXX, como olvidarla, con ella aprendimos juntos, nos exploramos juntos, hicimos todo juntos, y cuando digo todo, es TODO, todito.
A nuestros 14 años nos iniciamos en las bellas artes de amor. Un día de pinta, su casa sola, ambos con ganas y todo llego solito.
Ah que chamacos calenturientos, todos unos Hot Dogs.


8 comentarios:

  1. Hola amigo, Yo también estudie en esta escuela y en esa generación . El director que nombras era el Prof. Manuel Xensonchitl.( o como se escriba tan difícil de escribir como de pronunciar) y el maestro de música era el Prof. Morelos. El maestro de quimica no recuerdo el nombre pero como describes era militar y simnpre cargaba un morral de tela.
    Saludos

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  2. Por ultimo recuerdo a la Maestra de español me parece que se llamaba Maria Antonieta Yoldi.

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  3. Yo estuve como diez años antes...por lo que creo que el maestro Morelos de música de mis tiempos, ya estaría medio ruco para andar con tu maestra de deportes...además como que era gay

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    1. Hola, yo soy generación 69-71... Y si el profe de Música era "amanerado" je je je creo que cambiaron no sólo de director, pues cuando yo estuve el director era Jorge Mendicuti, y la subdirectora, en la tarde, Josefina Pantoja...

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  4. Yo estuve como diez años antes...por lo que creo que el maestro Morelos de música de mis tiempos, ya estaría medio ruco para andar con tu maestra de deportes...además como que era gay

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  5. Soy uno más de sus exalumnos, generación 75-78 la antigüedad de el edificio es aún más antiguo. Unos amigo míos más grandes que yo me dijeron que estudiara ahí y lo hice y fue un gran acierto. Ahora vivo en ensenada baja California y recuerdo con nostalgia mi escuela y antiguos compañeros de clase.estuve en tercero a en la mañana. 1975 huff cuanto tiempo ha pasado y lo recuerdo todavía con claridad. Y si el profe de música era homosexual,pero hay que reconocerle que tenía una paciencia enorme para aguantar a tanto hijo de la fregada. Jajaja saludos a mis excompañeros se secundaria y pintas al campanario y plan sexenal a nadar en la alberca.

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  6. Hola soy Iván estuve en la generación 93 al 96 turno vespertino recuerdo al profesor Valois de física compañeros Valdivia Carolina éramos de los grupos más problemáticos si alguien es de esa generación escriba y responderemos gracias

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  7. Mi nombre es domingo Hernández yo fui de esa generación y ese turno la maestra de español estaba buenisima

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