domingo, 5 de diciembre de 2010

Memorias de una amnésica



Ninguna memoria como la de mi abuelita. Ella tenía recuerdos que, a sus más de 90 años, soltaba así, como si los estuviera viviendo de nuevo, como que abría un espacio en su mente y comenzaba a contar sus historias.

A mí en lo personal, me gustaba escuchar sus pláticas de la época de la revolución.
- Ah, mi General, Pancho Villa. Recuerdo que paso por aquí, por Santa Julia; paso por aquí en las vías del tren. El tren se detuvo y Villa descendió del vagón acompañado de su comitiva, acicalo su bigote, puso sus manos en la cintura y le dijo a la gente allí reunida “Señoritas, por favor, no molesten a mi comitiva, todos ellos son casados, menos yo”.- Platicaba
Su cara se veía quemada por el sol, rojiza, casi prieta, no tanto como Zapata, más bien era como polvosa la cara, quemada por el polvo y el sol.

Decía que Villa paseo por algunas calles de Santa Julia y que en la esquina que forman las calles de Laguna del Carmen y Lago Patzcuaro, se detuvo un momento, abrió unas bolsas que traía y comenzó a aventar billetes y monedas a la gente que estaba allí reunida.
Venustiano Carranza también tuvo la fortuna de ver a mi abuelita. Igualmente que Villa, arribo por las vías de tren, Ferrocarril de Cuernavaca, que cruzan la Av. Marina Nacional, Felipe Carrillo Puerto, pasan a espaladas del antiguo Colegio Militar y van en dirección hacia Tlatelolco.
- Don Venus también paso por aquí, si, el bajo también de un vagón y venía vestido todo de blanco, piel güerita, de esos que les da el sol y se ponen colorados. Lentes oscuros, barba blanca casi en su totalidad a excepción de la barba que rodea la boca, esa era amarillenta debido a los puros que fumaba.-

-¿La Decena Trágica? Si, también me toco. Los cañones retumbaban por toda la ciudad, los disparos, todo se oía por las calles, los gritos, el paso de soldados. Fue horrible. Las paredes de mi casa se cimbraban; las ollas que colgaban de las paredes se caían de retumbar de los cañonazos.-
-Al chaparrito de Madero lo mataron. Lo dejaron tirado en la calle, yo lo vi, su cuerpo tenía varios balazos, también a Pino Suarez lo mataron, allí mismo lo mataron. Pobrecitos, no les dieron ni una oportunidad. Y pensar que apenas hacia días que lo había visto pasar por aquí; iba escoltado por cadetes de aquí del colegio militar.-

Cada vez que mi abuelita platicaba de esto, sus ojos veían hacia la nada, se quedaban mirando fijos hacia la nada, como si estuviera viéndolos de nuevo.
-¿Zapata? Si, también lo vi, por aquí paso también. Chaparrito, bien vestido, de charro negro, sombrero ancho, botas negras, bigote tupido, barba recién cortada, no era feo pero si estaba muy prietito. Cuando hablaba a su gente, luego se cuadraban, su voz era de mando, imponía cuando hablaba. Chaparrito pero calzonudo. –

A Obregón también lo vi por acá, el tren en el que llego era lujoso, venia adornado como de terciopelo rojo. Él bajo de su vagón y solo saludaba con la mano que le quedaba, ya llego incompleto a la ciudad. Villa se lo tumbo de un cañonazo en una batalla. También lo vi cuando estaba tendido allá, afuera de La Bombilla.

Mi abuelita llego de Querétaro, por donde también paso la revolución, decía que a los que mataron por allá, en el Pueblito, los habían matado porque no quisieron unirse a la revolución, los fusilaban o los colgaban de los arboles que estaban a la entrada al pueblo.
Decía –nomas se veía la polvareda que levantaban los caballos, la gente gritaba “Ahí vienen los Villistas”, unos se escondían y otros solo miraban.
Un hermano de mi abuelita participo en la revolución pero luego les cuento la suerte de él y lo dicharachero que era.
 Ella nació en 1905, 13 de Diciembre, María Lucía Loreto Pueblito de la purísima Concepción Sánchez Gómez, si, casi le toca medio santoral del calendario pero así se usaba en esos años.
Prevenía del Pueblito, La Corregidora, Querétaro. Llego a la ciudad de México en una de las peregrinaciones que se realizan año con año de Querétaro a la ciudad de México, decía:
-Cuando llegamos, después de caminar mucho. Cuando pasamos por Cuautitlan, mi hermano nos dijo “Vamos a detenernos un momento, vamos a hincarnos todos y vamos a rezar, todos volteando hacia allá (Viendo hacia la Basílica)-
Cuando le preguntaba que de donde era, siempre contestaba
-Yo soy de donde se dictan leyes y se fusilan emperadores-
Haciendo referencia a La Constitución dictada en Querétaro y al fusilamiento de Maximiliano.
La mayor parte de sus años la paso en Santa Julia, allí se caso con mi abuelo, 5 hijos, 8 nietos y el árbol sigue creciendo.
Ella se cansó de vivir, creo que ya había visto y vivido lo suficiente. Sola se acostó y ya no se quiso levantar. Los doctores que la vieron decían:
“No, la señora no tiene nada. ¿Medicina? ¿Para qué? ¿Para qué le doy medicina si la señora no tiene nada? No, lo que la señora tiene es que ya está cansada. Sus pulmones se escuchan bien, la señora recuerda todo, su corazón está bien; la señora está bien pero ya quiere descansar.
Nadie pudo hacerla salir de ese sueño profundo.

Solo dejo que la vida se la llevara con todo y sus recuerdos

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